Fuente: letraurbana.com

El actual debate sobre la dislexia. Una controversia silenciada.

Miami

Por Mónica Prandi

Carmen Fusca, Lic. en Ciencias de la Educación, Magister en Psicología Educacional y Miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, cuenta con una gran experiencia clínica en consultorio y también en escuelas, en las que brinda asesoramiento pedagógico y capacitación docente. Desde hace tiempo se preocupa por el enfoque que se les da a las dificultades de aprendizaje, que acaba generando un fenómeno donde los niños y adolescentes son cada vez más estigmatizados con un diagnóstico y en consecuencia medicados.

Carmen es autora de varias publicaciones y una de las compiladoras, junto a J. Vasen y B. Janin, del libro Dislexia y dificultades de aprendizaje. Esta reciente publicación es producto de un trabajo sobre la dislexia y las llamadas dificultades específicas de aprendizaje, que llevaron a cabo varios miembros de la red Forum Infancias.

Cuando decimos que la dislexia no existe parece que lo que uno está diciendo es que la dificultad que el niño tiene para aprender a leer y/o escribir no existe. Y esto no es así.

En conversación con Letra Urbana… Carmen plantea la preocupación por la patologización del aprendizaje de la lectura y escritura y los diagnósticos estigmatizantes como el de dislexia y revisa las nuevas perspectivas para abordar el proceso de aprender a leer y escribir.

¿Cómo es que la dislexia vuelve a la escena cuando la han sacado como diagnóstico del nuevo manual de psiquiatría (DSM5)?

El término dislexia es utilizado desde hace más de 100 años y a pesar de que se encuentra cada vez más cuestionado nunca ha desaparecido. Es cierto que en los últimos años ha recrudecido su uso, aun cuando el término ya ni es utilizado en la última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los desórdenes mentales de la American Psychiatric Association, conocido como DSM 5. Este manual, que ha sido y es un referente para el diagnóstico de los malestares psíquicos (a pesar de los cuestionamientos del cual es objeto), y allí se ha reemplazado el término dislexia por descriptores más específicos para referirse a los problemas con la lectura, escritura y en el área matemática.

Hablar de dislexia es impreciso, vago, engloba diversos tipos de dificultades y lo que es peor en algunos casos no se trata de dificultades sino de procesos esperables en la infancia y en la adolescencia durante la adquisición de la lengua escrita.

Pero es cierto que, en los últimos años, la dislexia ha vuelto a la escena con mayores luces. La iluminan los focos de ciertas distorsiones de hallazgos de las neurociencias.

Quiero subrayar que considero importantísimos las investigaciones y los aportes de las neurociencias en general y en particular en el caso de la lectura y escritura.

Nos preocupa la simplificación y el reduccionismo a lo biológico de procesos de aprendizajes complejos que se producen en contextos sociales y culturales.

Las neurociencias pueden, por supuesto, ofrecer formas de comprensión enriquecedoras de las bases biológicas en juego en la constitución de los lectores. Las neurociencias han hecho un inmenso aporte y posibilitan comprender el funcionamiento cerebral. Eso no se discute. Lo que planteamos desde los espacios clínicos y educativos es que no podemos explicar los procesos de aprendizaje restringiéndolos a la actividad del cerebro.

Es fundamental no perder de vista que en los procesos de aprendizaje de la lectura y de la escritura, se ponen en juego diversos aspectos, nos encontramos frente a los desafíos que involucra el acceso a la cultura escrita. No sólo está involucrado el cerebro, hay que considerar también que los niños y adolescentes llegan a la escuela con historias singulares, diversos contextos familiares y culturales y distintas experiencias con la lectura y escritura.

¿Hay un riesgo de que la vida, y en particular la infancia, quede demasiado envuelta en las etiquetas de la ciencia, que cada situación se vea como patológica?

Si, en la actualidad, es un riesgo sumamente preocupante. Pero esas etiquetas no provienen de la ciencia sino del uso que se hace de lo supuestamente científico. Es parte de un circuito complejo, en un contexto político, social, económico, regido por una lógica del mercado, para decirlo de manera sencilla, donde tiene prioridad la ganancia de dinero por parte de industrias diversas, entre ellas las farmacéuticas.

Es importante tomar conciencia que los criterios de normalidad, salud, enfermedad han ido variando según las épocas. Desde un marco social, político, económico se van estableciendo criterios sobre qué es normal y qué es patológico. Se van transformando procesos que son parte de la vida cotidiana en problemas médicos. A esto se lo denomina patologización. Así problemas de distintos órdenes son presentados como enfermedades, trastornos o disturbios , adjudicándoles causas de tipo neurobiológico, con lo cual se hace supuestamente necesario el uso de psicofármacos. En la actualidad es alarmante como se patologizan procesos propios de la infancia y de la adolescencia.

No podemos explicar los procesos de aprendizaje restringiéndolos a la actividad del cerebro.

Y esto es lo que ocurre con la llamada dislexia, un nombre inespecífico que abarca problemas diversos a los que se pretende englobar bajo este único término y adjudicarle una base biológica – algo que no se ha demostrado- y una base genética -para la cual los múltiples genes candidatos propuestos no alcanzan.

Es necesario de-construir lo que entendemos que son constructos: la dislexia y las ( Dificultades específicas de aprendizaje (D.E.A), es lo que nos proponemos en el nuevo libro con aportes desde la clínica y la educación.

Es una realidad que los niños presentan problemas de aprendizaje especialmente cuando tienen que aprender a leer y escribir. ¿Cómo lo piensan ustedes?

Cuestionar el término dislexia no significa desconocer que hay muchos niños que sufren por tener obstáculos importantes para aprender a leer y a escribir. Y ese es el problema. Cuando decimos que la dislexia no existe parece que lo que uno está diciendo es que la dificultad que el niño tiene para aprender a leer y/o escribir no existe. Y esto no es así. Lo que decimos es que esas dificultades no son todas iguales. Hay niños a los que les cuesta descubrir la característica alfabética de nuestro sistema de escritura -la relación entre fonema y letra-, algunos se centran en el descifrado y no pueden construir el sentido del texto, hay niños que a pesar de ser más grandes omiten letras al escribir o no separan las palabras, otros tienen incovenientes para apropiarse de las características ortográficas, otros leen (oralizan) de manera fluida pero no comprenden lo que leen, para otros es un desafío producir textos con coherencia y cohesión, a otros no se les ocurre qué escribir. Las dificultades pueden ser diversas y también son diversas sus causas. Nosotros pensamos que una etiqueta simplifica, torna homogéneos procesos singulares tanto libidinales como cognitivos. Dificultades diversas son leídas como déficits, se las incluye bajo el rótulo de dislexia, que se convierte a su vez en explicación de esa dificultad -lee así porque es disléxico- y se obtura la posibilidad de investigar y comprender de qué tipo de dificultad se trata y cuáles son los factores determinantes de las mismas.

En la actualidad es alarmante como se patologizan procesos propios de la infancia y de la adolescencia.

Entonces, ¿cúal sería la manera más precisa de referirnos a las de los problemas de aprendizaje?

Como ya señalé, las trabas que pueden encontrar tanto niños como adolescentes para aprender a leer y a escribir son de características diversas y también sus causas lo son. No hay ni acuerdos entre los especialistas ni evidencias científicas que demuestren que las dificultades en la lectura y escritura se deban a causas biológicas y/o genéticas.

Claro que es posible encontrar influencias genéticas y bases neurobiológicas en ciertas dificultades del aprendizaje. Pero aun en estos casos, debe comprenderse el contexto en el que se presentan donde se dan múltiples escenarios y es determinante el proceso de escolarización en el que se dan. En los capítulos 2 y 4 del libro el Dr.Vasen, J., Moises, M., y Collares deconstruyen los discursos cientificistas sobre la dislexia, revelando poco a poco la absoluta falta de evidencias científicas. Y coincido también con el Prof. Elliot de la Universidad de Durham, cuando afirma que existen muchas patologías genéticas que tienen genes que son causantes de determinada enfermedad, pero hasta el momento no se ha determinado fehacientemente que el conjunto de dificultades diversas que suele englobarse bajo el término dislexia sea una y sólo una patología de causa genética comprobada.

Es cierto que hay niños con dificultades reales y severas, pero cuando esto ocurre siempre hay una interacción de factores que pueden ser orgánicos junto a otros no menos importantes como los vínculos familiares primarios, la sociabilización, los cambios contextuales, las experiencias escolares, etc. Nos preocupa la simplificación y el reduccionismo a lo biológico de procesos de aprendizajes complejos que se producen en contextos sociales y culturales.

¿Cuál es el debate silenciado sobre el tema de la dislexia que mencionan en el libro?

En torno a la dislexia existió y existe un largo y profundo debate, de alto nivel en muchos lugares del mundo. En el año 1970, en Paris, el Centre de Recherche de l Education Specialisee et de l Adaptation Scolaire (C.R.E.S.A.S.) organizó un Coloquio con los principales teóricos e investigadores cuyos trabajos fueron publicados con el título La dislexia en cuestión. Esto ocurrió hace 46 años y ya se planteaban la preocupación por las divergencias que separaban a los especialistas y las contradicciones entre los distintos puntos de vista acerca de la llamada dislexia. En el año 2005, en Londres, un programa de TV denominado El mito de la Dislexia reabrió un gran debate sobre este tema. Un Miembro del Parlamento inglés, Graham Stringer escribió en su sitio web en 2009: “La Dislexia es una cruel ficción”, y señaló que hay una gran industria detrás. El desarrollo que realizo en el libro permite comprender por qué recalco que este debate pareciera silenciado y cómo a pesar de los múltiples cuestionamientos que ha recibido el término dislexia continúa teniendo una vigencia increíble.

¿Por qué a pesar de este debate subsiste este término tan problemático y cuestionado?

Es increíble que este constructo se siga sosteniendo en concepciones ya superadas acerca de qué es leer y escribir. Se identifica leer con descifrar, sonorizar. Escribir con copiar o transcribir fonemas en símbolos gráficos. En el siglo XXI conocemos mucho más acerca de los procesos de lectura y escritura y de cómo los niños y adolescentes aprenden. En un libro que publiqué en el año 2012 desarrollo las diversas concepciones y las nuevas investigaciones y propuestas didácticas para abordar la enseñanza de la lectura y escritura.

Actualmente junto a los valiosos aportes que las neurociencias pueden aportar, los nuevos conocimientos provenientes de la Psicolinguistica, la Psicología cognitiva, la Psicología genética, la Sociolinguistica, arrojan una luz diferente sobre estos temas. Estos conocimientos posibilitan ir más allá de un rótulo, de un diagnóstico estigmatizante, comprendiendo más específicamente los diferentes tipos de dificultades, sus diversas causas y plantear intervenciones pedagógicas adecuadas para que los niños progresen como lectores y productores de textos. Pero el constructo subsiste y como señalan muchos autores hay una gran industria detrás: Test, baterías diagnósticas, tratamientos dispositivos tecnológicos que plantean programas reeducativos. Un ejemplo difundido por Internet: Una App para detectar dislexia: Dytective for Samsung, un detector de riesgo de tener dislexia creado por Change Dyslexia. Su publicidad dice “Averigua con nuestro test si es posible que tengas dislexia en 15 minutos”.Esto es terrible, carente de rigor científico y puede producir mucha confusión y daño a niños y a padres.

Leer es más que poner sonidos a los símbolos gráficos, es un proceso de construcción de sentido.

Entonces, ¿con qué propuesta se trata de ayudar en estos casos?

Desde las primeras investigaciones de la doctora Emilia Ferreiro, psicóloga argentina que describió por primera vez en 1979 los procesos psicogenéticos involucrados en la comprensión del sistema alfabético de escritura por parte de los niños hasta la actualidad son numerosas las investigaciones que dieron lugar a relevantes implicaciones pedagógico-didácticas que transformaron la concepción de aprendizaje de la lectura y la escritura y su enseñanza. Hoy sabemos que los niños protagonizan complejos procesos en la apropiación de la alfabetización inicial y en los aprendizajes subsiguientes que involucran la lectura y la escritura. Los niños tienen que descubrir que cada letra representa un sonido tan abstracto como son los fonemas y hay una etapa anterior muy valiosa que posibilita este descubrimiento, en la que piensan que cada letra representa una sílaba. Estas se denominan escrituras silábicas por ejemplo para PATO un niño escribe la PO y dice pa/to . Además, los niños tienen que descubrir la separación de palabras, las convenciones ortográficas. Enfrentan múltiples desafíos para comprender el sistema de escritura que es muy complejo. Conocer el sistema no es suficiente para leer y escribir.

Leer es más que poner sonidos a los símbolos gráficos, es un proceso de construcción de sentido.

Para ello hace falta saber sobre el lenguaje, el vocabulario, las estructuras de las frases, el tema sobre el que se lee. La comprensión lectora es trabajo de construcción de sentido. La producción de textos también es una actividad compleja, involucra resolución de múltiples problemasPlanificación de lo que se va a escribir, poner en palabras escritas, revisar lo escrito.

Las propuestas didácticas desde estas perspectivas son propuestas que conservan el sentido comunicativo de la lectura y escritura y las funciones reales y no meros ejercicios mecánicos y repetitivos. Los niños leen y escriben desde el inicio y desde sus posibilidades. En las etapas iniciales los niños pueden dictar al maestro quien se muestra como un escriba que posibilita a los niños contactarse con la escritura. Se favorece la escritura por si mismos de los niños, aunque sean escrituras que no coincidan con la convencionalidad.

Hoy escribimos y leemos textos diferentes y de manera diferente tanto en el papel como en la pantalla. La escuela a veces acompaña y a veces no.

Los errores son considerados constructivos, parte de un proceso que se irá revisando y corrigiendo en la medida que se estimula la reflexión sobre los propios escritos y la interacción entre pares, con textos escritos y con el docente. Se promueven proyectos en los que se escriba y se lea con propósitos comunicativos y con destinatarios reales no solo para el maestro que corrige. Los niños escriben, revisan sus textos, se autocorrigen. Hay experiencias didácticas interesantísimas en los que los niños llevan a cabo proyectos como escribir una antología de versiones de un cuento tradicional, escribir cuentos a la manera de un autor determinado. Los proyectos son contextos en los que leer y escribir tiene sentido.

El aprendizaje no es mecánico e individual, es un proceso constructivo en el cual los niños interactúan con otros pares y enseñantes. El aprendizaje de la lengua escrita implica activos procesos de construcción para apropiarse y comprender la complejidad de nuestro sistema de representación escrita, apropiarse y ejercer las diferentes estrategias y quehaceres que se ponen en juego en los actos de lectura y escritura. Por eso es tan grave patologizar procesos inherentes al desarrollo de estos aprendizajes y englobar dificultades que pueden aparecer bajo el rótulo de dislexia. En nuestro libro abordamos el lugar de la escuela, las posibles intervenciones en la clínica y en las aulas.

Los niños y adolescentes hoy crecen en la vídeocultura. ¿Cómo acompaña esto la escuela? ¿Qué pasa hoy en día con la curiosidad infantil, con el deseo de saber de los niños?

Los chicos que llegan hoy a las escuelas no son los niños esperados por la institución escolar. Planteamos el aprendizaje escolar como un efecto complejo de múltiples determinaciones. Desde la constitución misma del deseo de saber, que es el motor de todo aprendizaje, hasta los ideales y las normas que un niño ha incorporado, todos los pasos de la constitución psíquica son constitutivos del aprender. A la vez, la consideración social de ese saber, así como el vínculo del niño con el docente, tendrán consecuencias en el desempeño del niño. Planteamos que las subjetividades de niños y adolescentes están traccionadas en mucho mayor medida por las urgencias del consumo, llegan a las escuelas inundados de información y habituados a estímulos visuales, rápidos y fuertes.

En este contexto de época, no son los niños esperados y además las prácticas mismas de lectura y escritura han sufrido grandes transformaciones. Hoy escribimos y leemos textos diferentes y de manera diferente tanto en el papel como en la pantalla.

La escuela a veces acompaña y a veces no. Y este es un tema relevante porque enfrenta a la institución escolar con el gran desafío de revisar qué se enseña y cómo se enseña a leer y a escribir a niños del siglo XXI para tender puentes entre lo propuesto en su interior y las experiencias de vida familiares, sociales y culturales de los niños.

Desafío que la escuela tiene la responsabilidad de enfrentar para no seguir colocando al niño en el lugar del déficit o la patología. La escuela como institución es compleja, puede ser estigmatizante pero también puede ser un lugar de subjetivación, una nueva oportunidad para todo niño. A eso apostamos.

¿Cuál es nuestro desafío como profesionales de la salud y de la educación?

Nuestro desafío como profesionales de la salud y de la educación es tener en cuenta que hay mucho más allá de las etiquetas. Creo que hay que mantener el propósito, y es la intención a través del libro Dislexia y dificultades de aprendizaje, que se desnaturalicen modos instalados de abordar las dificultades de aprendizaje de los niños que se constituyen en rótulos o etiquetas que cristalizan los supuestos déficits.

Es necesario reflexionar sobre el aprendizaje escolar, las particularidades de la lectura y la escritura, la llamada dislexia y las escuelas de hoy desde diferentes perspectivas y disciplinas.

Nos preocupa la vuelta a escena de la dislexia, los argumentos que pregonan su condición de trastorno neurobiológico desconociendo y minimizando otros factores en juego en estos aprendizajes. Nos preocupa la difusión mediática de porcentajes elevadísimos de niños con este supuesto trastorno, se dice que el 10 o incluso el 20% de los alumnos la padecen. Nos preocupa la difusión de supuestas metodologías para el tratamiento de estas dificultades que insisten en la práctica reiterada del silabeo, la asociación letra y fonemas. Perspectiva que se nos vende como actualizada e implica una vuelta atrás, a prácticas de enseñanzas superadas, descontextuadas, mecánicas y carentes de sentido.

Los desafíos serán por un lado repensar los diagnósticos estigmatizantes que obturan la pregunta acerca de lo que le sucede al sujeto que consulta por un padecimiento, anteponen una certeza e impiden la posibilidad de conocer la dimensión subjetiva de la problemática de cada uno. Y por otro lado revisar el dispositivo escolar para otorgarles a los niños el derecho que tienen a ser respetados en sus modos de aprender, en sus posibilidades y dificultades, en sus tiempos y trayectorias escolares.

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